La lecha materna nutre e hidrata. Y, como ya te anticipamos, tiene las vitaminas, los minerales y las proteínas que aseguran un adecuado crecimiento de tu hija o hijo.
Así se reduce el riesgo de desnutrición para tu niña o niño menor de dos años, y, como manifiesta Unicef, reduces la visita al pediatra o la compra de medicamentos. Porque un bebé alimentado con leche materna tiene menor riesgo de enfermarse o de presentar complicaciones en su desarrollo.
Se ha comprobado, además, que la lactancia materna reduce las posibilidades de que tu bebé sufra de:
(El listado de enfermedades que la leche materna previene lo tomamos de Unicef: Lactancia materna).
Y esta es la razón más importante para que alimentes a tu bebé con leche materna: la lactancia materna reduce el riesgo de muerte durante el primer año de vida del bebé.
Si alimentas a tu bebé con leche materna, tendrá:
Si tu bebé menor de seis meses consume leche de tarro (leche de fórmula), tendrá:
Si bien nos hemos concentrado en los beneficios para el bebé, la lactancia materna también te beneficia a ti, a tu pareja o compañero, y a la familia en general.
Se ha comprobado que aquellas mamás que amamantan a su bebé (lactancia materna directa) tienen mejor autoestima (se quieren más), sienten que tienen mayores competencias como madres y sienten que son mamás capaces.
Además, las madres que amamantan o alimentan a su bebé con leche materna:
Por su parte, los integrantes de la familia que participan en la lactancia materna conectan emocionalmente mejor con el bebé que quienes no lo hacen. Dicho en otras palabras, la lactancia materna fortalece las relaciones familiares.